¡QUE bien te queda la LUNA!

Nos unió un amor inmenso, que ni buscamos ni esperábamos encontrar. Desde el primer momento, nos entregamos a ese futuro inesperado, improvisado, complicado e incierto.

Respirándote de nuevo bajo la luz de la luna, y fundidos en un abrazo intenso, te pedí que me rascaras la espalda, y me la rascaste a besos. Besos que sabían a miel, besos envenenados que me arrastraban de nuevo hacia a ti, besos que me envolvieron, me enloquecieron y me hacían revivir ese deseo de antaño.

¡Que bien te sienta la luna, deberías ponértela mas a menudo!

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