Entradas y salidas continuas sin tropiezos, historias de batallas sin espada ni armadura, y un rastro que no supe distinguir porque era de todo menos familiar.
Noches largas, risas eternas, y sueños extraños donde te perdía de vista y sobresaltada abría los ojos comprobando que sí estabas, que estabas ahí, que estabas a mi lado siempre, que siempre despertaba rodeada de tus brazos, tus besos, tu aroma, de ti.
Tu olor se filtró por cada poro de mi piel y recorre cada rincón de mi vida. Hueles inconfundiblemente, al amor de mi vida.