Ocultar, intentar tapar con una sonrisa lo que sientes, y excusarte en no querer sentir ese daño profundo que te han causado en alguna otra ocasión, suena a excusa barata comprada en libros de frases de mercadillo de fin de semana.
Es imposible que te revienten el corazón contra esa piedra a lo alto del precipicio desde el que decidiste lanzarlo. Jamás pasará lo mismo con dos personas distintas, nada será igual, ni la confianza, ni las dudas, ni los ritmos, ni las esperas, ni los cuerpos, ni las mentes, ni los besos, ni lo que sientes.
El escudo es necesario, pero solo para defenderse cuando te atacan. Nones necesario defenderse atacando, y sin embargo es imprescindible abrirse a los que te hacen sentir.
Que el miedo te acompañe, como la fuerza a un Yedi, pero para que te empuje a descubrir lo que es real y descartar lo imposible. Hazlo. Cree.
¡Por esta vez, cree, aunque al final sólo sea una muesca más en tu lista de decepciones!