Si dices lo que piensas, lo que quieres y lo que sientes y el que escucha no se enfada contigo por decir lo que necesitas, a pesar de que quizás no esté esperando oír lo que le estas contando ¿Por qué tú te enfadas si la respuesta, ya sea en palabras o en acciones, no es la que esperas o la que creías necesitar?
Compartir tus sentimientos está bien, pero
¿Dónde está el límite entre tú y el otro? ¿Quién o qué marca la raya entre el respeto, la tolerancia y la aceptación? ¿Dónde la pisamos o la pasamos y entramos en el juego de incitar, castigar y manipular sutilmente a los demás para conseguir lo que tanto ansiamos?
Si es cierto que todo esto es un juego, juguemos con cabeza, pero siempre recordando que es el corazón el que permite que ésta funcione.
¡Ama con corazón!
Siempre
!Queriéndolo todo!
!Sin esperar nada!